El Mosquito y la desidia social. (Equivocándose de enemigo)

Por Dr Sergio Ribé.

desidia

En este último tiempo, nos hemos familiarizado con algunas palabras no nuevas pero sí de uso infrecuente para el común de la población, como son: descacharrado, autóctono, vector, Aedes aegypti, pandemia, fumigación, larvas, Charata, etc. Es el vocabulario del Dengue, es la enfermedad que hoy nos toca vivir y convivir, la que nos queda justa para el país que tenemos, la que nos desnuda como sociedad, la que nos avergüenza, la que vino para quedarse… Esa, la del mosquito.

¿Pero cuál? ¿Es esa que la gente pregunta si a la pileta del jardín debe echarle un poco más de cloro o ponerle peces guppy para que se coman las larvas? ¿O si hay que cambiarle el agua a los floreros? ¿O si los mosquiteros en las ventanas son buenos? ¿Es la que hace fumigar la plaza con esas máquinas enormes montadas sobre camionetas? ¿Es esa que es mejor usar el repelente de envase verde porque dura más que el de color naranja? ¿Es la que nos pasaron lo bolivianos y paraguayos? ¿Es esa?

¿O es la que aparece en nuestro norte, con más de la mitad de ciudadanos por debajo de la línea de la pobreza? ¿Es la que tiene la gente que revuelve el basurero de Charata donde tiran la basura por ejemplo los ricos, dueños de montes desmalezados para el cultivo de la soja? ¿Es esa que no sirven los mosquiteros porque ni siquiera tienen ventanas donde ponerlos?¿La de los que no les interesa la piscina, ya que no tienen agua potable? ¿La que fumigan con mochilas en el hombro repletas de insecticidas vencidos que les mandaron? ¿Es esa?

Sí, es aquella y es esta, es la misma enfermedad vista con distintas lentes, es nuestra, es la que más se ajusta a como somos.

Sobre cuál es el origen de esta dolencia, también hay (no podía ser de otra manera) diferentes ópticas.

En medicina el término Etiología es muy utilizado para referirse a cuáles son las causales de una enfermedad. El descubrir por qué se produce determinada patología ayuda muchas veces a corregir, mediante el tratamiento, la causa de la misma e incluso la propia enfermedad.

Decir que este padecimiento es solamente causado por un virus es tan descabellado como pensar que el Dengue es causado por una campaña bacteriológica yanqui en contra de la creciente amenaza sudaca.

La etiología de una enfermedad tiene que ver con la interacción de tres factores: el medio ambiente, el agente y el huésped. El agente es la causa más cercana y directa; en este caso los virus de Dengue, transmitidos por el mosquito. El huésped es aquel que se ve afectado por el agente; es decir nosotros. Y el ambiente es un conjunto de factores que facilitan o dificultan la interacción “agente-huésped.”

La tropicalización argentina ocasionada por el calentamiento global influye sobre la aparición de esta patología, así como de otras que no por no tener prensa son menos importantes, como por ejemplo la leptospirosis, la fiebre amarilla y el paludismo. Se deben evitar los desmontes sin control y el monocultivo, que además de contribuir al calentamiento producen migración de vectores.

Es muy importante destacar que la pobreza, el bajo nivel educativo, la falta de agua potable y cloacas, la mala eliminación de la basura, viviendas precarias y el hacinamiento son sólo algunos de los factores ambientales necesarios para que esta enfermedad avance.

El avasallamiento de los derechos constitucionales de la población, al no acceder a condiciones mínimas de vivienda, alimentación, seguridad, educación y salud, se origina en el Estado pero se mantiene gracias a la desidia social de un pueblo atónito, que sólo reacciona cuando el problema golpea a su puerta.

El Dengue está fundamentalmente causado por la inequidad social, para la cual el peor remedio es la falta de reacción conjunta en forma generalizada.

Si equivocamos la etiología del problema, el tratamiento estará mal dirigido; al menos, será incompleto.

La educación y el accionar en forma mancomunada son los primeros pasos terapéuticos.

Entonces, por lo menos con el agente infeccioso empecemos por casa.

Antes de bañarnos con repelente y tirarle dardos envenenados con Dengue a la Ministra Ocaña, veamos quién de nosotros analizó someramente su hogar para realizar los cambios correspondientes a la prevención de esta enfermedad.

¿Por qué no reunirnos en clubes de barrio para diagramar planes de respuesta frente a esta amenaza? Formemos a una persona por manzana con conocimientos suficientes para transmitirle y concientizar a su barrio sobre las medidas a tomar. También podríamos organizarnos en brigadas que abarquen cuadrículas de dos por dos cuadras para realizar la eliminación de reservorios de mosquitos, casa por casa, ya que este insecto no vuela más allá de los 100 metros. La compra de repelentes e incluso insecticidas para fumigar espacios comunes y propios se consigue a mejores precios si se lo hace al por mayor. Aseguremos en forma cooperativa el almacenamiento del agua y la eliminación de residuos.

Comencemos, aunque sea por estas sencillas medidas, a luchar contra esta enfermedad. Quizás, si logramos hacerlo, podamos salir fortalecidos y seguir con metas más ambiciosas para enfrentarlas en forma colectiva. ¡Accionemos! Sólo así eliminaremos nuestro peor mal. Y no hablo justamente del mosquito, hablo de nuestra maldita desidia social.

serribe@hotmail.com

0 comentarios:

 
Clicky Web Analytics